sábado, 9 de mayo de 2015

MANOS, LAS MANOS, MIS MANOS...



“Amo el desvarío de tus manos y las montañas de sueño que me tocan: alas para borrar mi aquelarre de mundos que no entiendo”.
Delia Quiñonez
 

 
Había una vez un magnifico mundo de manos, manos que bailaban en función de las necesidades de sus propios sentimientos, manos que de tarde en tarde olvidaban el mundo que las rodeaba… manos que contemplaban otras manos, manos que acariciaban otras manos, si, manos rozando manos… era maravilloso aquel mundo en mis manos.  
Vivía el fantástico misterio de destrezas a través de las cuales y acariciando  maderas, cuerdas y metales me emocionaba, creaba un mundo sólido y propio, habitable y completo, y estaban aquellas manos siempre a mi lado, siempre…
Ahora escribo y describo, en ocasiones me dibujo en este frío teclado que en ocasiones me perfora el alma, me transfiere cierta gelidez desapasionada. Antes lo hice en aquel antiguo piano, la disimilitud es que aquel metalófono jamás me dejaba indiferente, a su manera me acariciaba haciendo uso de su tacto armónico y delicado… si, tenía manos.
Ahora concluyo, es el final y ofrezco mis manos a modo de leal amistad… Ya me diréis si la aceptáis, aunque no prometo mi mundo inicial, ya no existe, se fue con perentoriedad a recorrer la geografía del deseo perfecto.    
        
Pedro L. Villalonga y Cardona
 
 
 
 
 
 
 

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