Me gusta la soledad, declaró ella
aquella que es sustantividad propia
riqueza espiritual…
El silencio del sol
mi sol disfrutado en la noche.
Soy libre, me dijo
entonces, yo sentí ser y no ser
fue mi instante…
El estruendo del desconcierto.
Te amo le confesé
¿Compartirías inherencias abstractas?
Tus brazos son emancipación, contestó
entonces cree y creí, la amé.
¡La amaré siempre!
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