… Ese recuerdo imborrable me conduce a lo
imprescindible de la vida, a lo irreemplazable o tal vez, sencillamente esté
hablando de locura. De la mía y de ti.
Ciertamente te diré con toda sinceridad que
eres mi único recuerdo, hablo de aquel que vale la pena, y que es el que
siempre y alguna vez he amado y debes saberlo…
La última vez te faltó ese “estaré aquí
cuando vuelvas”, un estar convencida, en una certidumbre de sabor eterno…
Y no, no me gustó ese “aprovecharé para ir al
súper ahora que las niñas aun no han llegado” y todo entre besos que eran
firmes y con la sensibilidad suficiente solo en un lado de los labios…
¡Siiiii! Como esa solidez en tus pezones al
susurrarte al oído cierta combinación adecuada de palabras, acompañada de
caricias y de manos sin orden… Aludo a la noche anterior.
Y las miradas perdidas en rincones eternos
armonizados por aromas eternos a naranja y azahar…
No, no debió parar esa vida!
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