En ocasiones la vida cambia de color y no precisamente a colores más sugerentes y bonitos, no es un proceso que suceda a las personas en un día ni en dos, es a modo de ejemplo, como la paleta de colores que utilizan los pintores para sus obras, sólo que las mezclas de los mismos, los de la paleta son la visión de la vida de cada persona, los colores empiezan a distorsionarse, no para nosotros, a vista de los demás, esa alteración, alguna vez es debida a las combinaciones que nosotros mismos hacemos siguiendo lo que aparentemente a sido el estilo de toda nuestra vida, pero vivimos rodeados de personas y las personas cambian, las circunstancias cambian y estas últimas alteran a las primeras y los colores que para nosotros eran los mismos de siempre, los de toda la vida, dejan de tener sus atributos iniciales a vista del resto de la gente, a continuación, intentan convencernos de que hemos cambiado, creedme no ha sido así, seguimos siendo los mismos sin duda alguna, intentaran hacernos creer que empezamos a pintar en una escala de grises, en blanco y negro, no caigamos en la trampa, nuestros colores son perfectos, hermosos, son nuestros, son las tonalidades que han estado intrínsecas a nosotros durante toda nuestra existencia, son en definitiva nuestra vida y somos grandes pintores, de los de renombre para los que verdaderamente apreciamos el arte tal y como es, bello, hermoso y en definitiva sincero.
En caso de que ya hayamos entrado en escala de grises (me temo que mas de uno lo ha hecho ya, aunque a muchos nos costará aceptarlo) ¡corramos! vayamos a por una espátula, vayamos a por disolvente, borrémoslo todo y volvamos a empezar con nuestros bellos colores, los de siempre, los nuestros.
Pedro L. Villalonga y Cardona
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