miércoles, 30 de enero de 2013

UNA DESPEDIDA TRISTE...

Nos encontramos de nuevo un día cualquiera, podría haber sido ayer por la tarde perfectamente, tenias un aspecto distinto, no por eso menos agradable que antes, pero si, algo había cambiado en ti, tras un corto paseo y como en otras ocasiones decidimos ir a cenar por ahí a nuestro restaurante favorito. A nuestra llegada al lugar como siempre nos fueron dispensadas las muestras habituales de cariño por parte de los propietarios , así como del resto de empleados, dijiste: que acogedor, realmente no podríamos haber elegido un sitio mejor, mi respuesta fue: ¿cómo dices?, si hemos estado aquí en muchas  ocasiones, tu respuesta fue calmada y pausada con el aplomo que te caracteriza,  pero tus palabras fueron un simple si, si…, unos leves movimientos de cabeza aseveraron tu afirmación, fuimos acompañados a nuestra mesa, al sentarnos me invadió una extraña sensación, sentía tu falta de entusiasmo, tu  luz natural estaba ausente, creías que yo no conocía el motivo de tu visita, noté que estabas deseando contarme tu pesar, sin embargo no tenias fuerzas para ello, tampoco lograbas reunirlas, en ese momento con mi serenidad habitual algo inquieta tome tus manos, te miré a los ojos y te dije, no son necesarias palabras, no, ya he interpretado tus gestos, tus miradas perdidas y lejanas…, no te preocupes concluí, no te preocupes..

Estuvimos un rato contemplándonos, sin decir nada, pero como todo buen momento, este llega a su fin entonces me confesó, he venido a decirte que es la última vez que visito la isla,vengo a despedirme, muy pronto ya no podré viajar, he de decir que al oír estas palabras entro en mi alma una sensación de frío que no puedo describir con palabras. Dado que la situación requería una actuación rápida por mi parte saque fuerzas de flaqueza y confesé, no te inquietes, ya vendré yo a visitarte , entonces ladeó su cuerpo y pude advertir una lágrima furtiva deslizándose  de sus ojos, al volverse  me repitió si, si…, una vez mas unos leves movimientos de cabeza aseveraron su afirmación..   

Pedro L. Villalonga y Cardona




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