En ocasiones le hablo a esa niña que me observa en la
distancia,
pienso que es mi reconciliación con la esencial vitalidad,
en otros momentos, el florecimiento de su precaución
imperativa me contempla,
rebosa en ese instante fascinante toda mi sensibilidad
inquieta,
y ella medita, reflexiona y duda… esbozos de su pretérito
ayer afloran,
las secuencias de su existencia se proyectan en un
reflector, mi alma…
En ocasiones se desvanecen conceptos que conducían a
propósitos,
siempre trato de encauzar de nuevo el sendero, al fin y al
cabo ella es mi vida.
Pedro L. Villalonga y Cardona
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