Acepto mi realidad con o sin sueños,
abrazo la maravilla que me propone la vida,
asumo la locura de la ilusión y le añado esperanza…
Al atardecer de la primavera,
bordearé armonías de una estación que habla,
seguiré jugando con quimeras y anhelos,
paseando por la laguna de la abundancia…
Me liberaré de la jaula que encierra mi alma,
y murmurará en mí
esa visión que vive al borde del enigma,
caminaré por la última simetría, es la imperceptible
caricia del tiempo…
Pedro L. Villalonga y Cardona
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