Sin
discípulos ni tibiezas
viven
los deseos de mundo
en
este lugar que es nuestro
y
las formas en la observación del silencio
con
paredes que en ocasiones tiemblan
junto
a sus valores intensos.
Entonces…
Nace
y se hace la fidelidad a raudales
con
sus razones y la necesidad de presencias
que
son compañía y comprensión a las mareas intensas.
Es
la calma, abrazo inmenso
el
afecto que aprecia el sosiego
visualizando
cosecha y efecto
a
través del tiempo intermedio
en
nuestro concierto de amor
en
cada ubicación de la existencia.