“Aprendemos a amar no cuando encontramos a la persona
perfecta, sino cuando llegamos a ver de manera perfecta a una persona
imperfecta”.
Sam Keen
Quería
decirte que tú fuiste en mi vida una hermosa primavera tardía, llegaste a mi
cuando yo empezaba a dejarme vencer por
el céfiro, creyendo haber rebasado usufructos de veranos trasnochados. No era
así, cierta desidia se había apoderado de anhelos pretéritos.
Tú, que con el alabear proveniente de tus labios indomables y tus miradas tejiendo vocablos, me condujiste a momentos del ahora y su relieve, si, paisajes complejos y concretos, elevaciones y cimas, volcanes en erupción, pasión sin sombras; suaves corredores subterráneos junto con bosquejos repletos de mezclas de aromas. Al final, la calma, la placidez de la que creí ser legatario, tu abrazo sin censuras y esas pequeñas lubricaciones en tus ojos dieron fe de ello.
Hoy
te he recordado en una nube de fresa, es lo que suelo hacer al invocar
instantes, antes, durante y después, quizás siempre…
Pedro L. Villalonga y Cardona
No hay comentarios:
Publicar un comentario