Te diré que andamos muchos en el mismo barco, quizás no en el mismo mar, y
están los océanos...
Te cuento también, que salvarse de ciertas tormentas que hace tiempo
derivaron en temporales; en ocasiones resulta un factor voluntario, incluso
creativo, locura incluida.
Pero simplemente creo que debes saber que hay - aunque en ocasiones no sean
muy visibles - salvavidas, boyas, burbujas y besos como sistema de seguridad y
ya ves...
También tienes mis manos y a mí.
Te quiero
Pedro L. Villalonga y Cardona
Y ya ves...
También tienes lo complejo
de mi ritmo cardíaco,
esos abismos casi marinos
y todas aquellas mareas lunares.
Tienes tu defensa en las curvas
de mis rodillas,
en mis muslos llenos de fiebre,
en mis silencios de llanto y ternura,
en mis cruces, con sus ajos y sus cielos,
en cada respiro entrecortado
y en ese labio mordido entre gemires
cuyo aliento te nombra
y vuelve a tu nombre.
Para tu salvación tienes mis ojos,
que en un pestañeo ecléctico,
en un girar de los interminables,
se suspenden en un éxtasis
que de tan sublime se apellida divino;
sé que entiendes.
Tienes, créeme que tienes,
la oquedad de mi ombligo,
la hondura en mi mutismo,
la tibieza de mi abrazo,
el delirio entre mis sienes.
Y aquello que se conoce como beso,
que a un tiempo es orégano, nuez,
manzanilla, leche y pimienta.
Insisto, tienes... Tienes a tu merced aun
estos antiguos grilletes
ya oxidados, vencidos, en pedazos,
para que sepas en cada manera posible,
que todo lo que es de ti, es tuyo
porque sí,
porque simplemente
siempre vences.
Nina Olenn(Zra)
Conozco, toda mi aura repleta de posesión intangible, de futuro con sabores
diversos y cálidos aromas a éxtasis...
Conozco, cada rincón de esas curvas, toda su orografía que simplemente se
activa con un roce fonológico y que divaga todavía sin grafía asignada...
Conozco, prisiones de sentidos sin sensibilidad, percepciones alteradas y
adúlteras de realidad invisible, sensaciones inmensas e inmersas que conducen a
perversas e irrefutables sendas de planeo...
Conozco, cada necesidad de ti, cada delirio, cada sorbo de café de tus
labios... Que son de mí.
Pedro L. Villalonga y Cardona
