sobre un mar de apariencia imperturbable,
el agua y el casco se pertenecían, se anexaban,
su sonido era memorable, una armonía magistral,
la vela mayor y la génova jugaban al escondite con la luz
del atardecer,
los últimos rayos de sol nos brindaban colores
inexistentes,
era el embrujo del mar en conjunción con nuestra
satisfacción.
Era belleza, era ilusión, era la perfección…
los minutos se transformaban en segundos… llegó la noche,
no arribó solitaria, la luna se unió al evento con
alegría en estado aparente,
tras ella las primeras nubes, después el viento…
de repente la algarabía se apoderó del velamen, aparejos,
lonas y trapos,
la anexión con el mar se evadió de repente.
El capitán erró en sus maniobras, fruto de su poca destreza,
la arboladura fue perdiendo elementos esenciales,
la perfección se torno tormento….malos augurios,
la adversidad se apoderó del momento y con ella el estado
emergente,
Así acabo esa belleza, esa ilusión y todo tipo de
satisfacción….
Pedro L. Villalonga y Cardona
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