- Fue agradable ayer,
nuestra conversación, el lugar era maravilloso, el ruido del mar, la puesta de
sol, esas sillas, pero sabes…siempre que
hablamos me queda algo en lo que pensar, preguntas que hacer y qué hacerme, por
cierto, ¿puedo preguntarte algo?
- Tu sabes que si
¡siempre!
- ¿tú adviertes el momento
dónde terminan los sueños y en qué lugar empieza la realidad?
- Pues mira…si y no, eso
es muy complejo, por un lado siempre que hablamos de un sueño lo asociamos a
algo bonito, hermoso, esa es la norma, cuando todos sabemos perfectamente que
existen las pesadillas, en definitiva, ubicamos lo soñado o lo que está por
soñar en el lado maravilloso de la vida y es un análisis demasiado superficial…ahora,
dejémoslo ahí por un momento…
- Pero… ¿por qué?
- No, no estoy dejando el tema,
simplemente voy a replantearlo, proponer una especie de forma de satisfacción,
¿por qué no acomodamos esa positividad, ese algo bonito, que “por defecto”
aplicamos al sueño, a lo que conocemos ya como realidad? hagamos que nuestra
existencia sea la argumentación actual de sueño, es posible, si, se puede
lograr, sé que no es fácil, pero puede conseguirse…
- Entonces ¿debemos dejar
de perseguir objetivos?
- Jamás… pero si vives en
positivo dejarás de llamarlo objetivo o verlo como un sueño, tu existir pasará
a ser una superación constante… ni te darás cuenta, pero serás tu plenamente y
no hay nada mejor que eso, nada absolutamente…
Pedro L. Villalonga y Cardona
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