Y de repente
advertí que estaba inmerso en el lado hermoso de las nubes, me hallaba en un
lugar donde no existen las épocas, ni los momentos, ni las estaciones, el
tiempo era algo irracional, de hecho, consideré la posibilidad de establecer mi
propia atmósfera, un espacio al abrigo de las circunstancias…
Las
particularidades triviales de antaño serian eliminadas, quizás tu y yo
podríamos hospedarnos en este lugar,
pensé… nos convertiríamos en el refugio
perfecto para aquel “nosotros” tan anhelado, tan maleablemente perdurable.
La esencia,
su extracto y su aroma, nos aportarían tolerancia, ductilidad férrea, en
verdad, querría mi mundo contigo y ya tengo el emplazamiento, pero ¿y a ti?
Pedro L.
Villalonga y Cardona
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