Y el día tocaba a su fin, se acercaba la hora de la despedida,
todas esas caricias, esos mimos, caminar unidos, tomados de la mano,
esa dulzura, la delicadeza de un día que se pretendía interminable,
todo ello adquiría en apariencia rumbo al recuerdo, se difuminaba el
hechizo…
eran sus últimos besos apasionados, unidos de abrazos impetuosos,
ella concluyo con un adiós no anhelado, se fue y no pudo volver su vista
atrás,
el se quedo mirándola y pensando, ahí va el amor de mi vida!
Ambos saben lo que son y lo que serán… y volverá la dulzura y junto a ella
la delicadeza de un instante, se tomarán de nuevo las manos, sin embargo esta
vez será un momento distinto y distante, será eterno!
Pedro L. Villalonga y Cardona
No hay comentarios:
Publicar un comentario