En ocasiones uno no quiere mirar hacia algunas cosas, porque mirar es
entender y eso implica conciencia, en realidad en esos casos la vida nos
sintetiza, nos condensa y abrevia por momentos, perfora instantes que quizás se antojaban sublimes… la existencia no se
detiene y para esta pasamos desapercibidos, han llegado ya a nuestra cabeza los
“malos pensamientos”, esa pesada carga que heredamos de los cánones religiosas junto
a los complejos freudianos, ya estamos y
vivimos a tenor de la norma, usos, costumbres y procedimientos…Vertiginosamente
nos enamoramos de sus trucos más viejos, las tardes, los paseos, las citas,
comer fuera de casa, charlar con los amigos y… probar lo prohibido, algunos
incluso amar sin compromiso, liarse y desliarse…¡Ohhhhh!
Y llegan los sueños de gloria,
utopías de una existencia mejor, más razonable.
Había un no sé qué por cargar lo que me echaran, un comerme el mundo en un instante y alguna mención de tropezar tantas veces en la misma piedra.
Con el paso del tiempo me he ido quitando muchos de esos vicios vacíos, todo aquello que ya no es necesario y que es casi todo, he tirado por la borda manías y prejuicios, ambiciones que no valen la pena, he de reconocer que a pesar de los años no me he desenganchado del todo de esta droga tan dura que es vivir con un tiempo prestado… mientras el deseo me mata…
Había un no sé qué por cargar lo que me echaran, un comerme el mundo en un instante y alguna mención de tropezar tantas veces en la misma piedra.
Con el paso del tiempo me he ido quitando muchos de esos vicios vacíos, todo aquello que ya no es necesario y que es casi todo, he tirado por la borda manías y prejuicios, ambiciones que no valen la pena, he de reconocer que a pesar de los años no me he desenganchado del todo de esta droga tan dura que es vivir con un tiempo prestado… mientras el deseo me mata…
Pedro L. Villalonga y Cardona
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