Algún
día deberíamos aprender que no se puede tocar el clarinete y la trompeta a la
vez, que dar conciertos de piano con los dedos impares y puntear la guitarra con
los dientes incisivos son talentos de hombre orquesta, números de circo nada
más… lo que viene después son fortunas gastadas en cuerda y psiquiatras. El
resto - y esto lo digo preferentemente para mí, para no sentirme tan solo-
pienso que tendríamos que cultivar un arte o dos trabajos, pero no trescientos
a la vez. Quizás será que soy hombre y no se me da del todo bien la
concurrencia, pero es que siempre me pasa así, empiezo a estirar los brazos y
abarcar e incluir hasta sobredimensionar, jamás un simple abrazo…
Y
trasatlánticos…
Y al
final el Titanic.
Con lo
fácil que sería ser simplemente poeta…
Pedro
L. Villalonga y Cardona
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