Todos los días,
por la mañana veía como pasabas delante de mi ventana,
Eras el sol
de mis días grisáceos, el estímulo que tornaba lo oscuro en claro.
En el frío
invierno, tu mirada, tus hermosos ojos daban regocijo a mis pesares,
La primavera
era contigo magistral, eras la flor que crecía junto a mi conciencia,
El verano permitía
que la emanación de tus fragancias aromatizara mi existencia,
Llego el
otoño y deje de verte de repente, sin avisar e impredeciblemente…
Hace tiempo que
no me aproximo a la ventana de mi esplendor afectuoso.
Pedro L.
Villalonga y Cardona
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