habitas todavía en él, porque te hablo,
estás presente cada vez que cierro los ojos,
cuando los abro sigues todavía ahí, conmigo,
y te siento y te pienso y advierto claramente tu
esencia,
porque eres un recuerdo hermoso, el efluvio de algo
precioso…
Recuerdo que te conocí en una nube, era un lugar
acogedor,
aunque apenas llegué a prestar atención al
lugar,
de repente ahí estabas tú, a mi lado, mirándome,
tu presencia me absorbió, no nos dijimos nada,
solamente nos cogimos de la mano y echamos a
andar,
caminamos contemplando la belleza y perfección de la
ocasión,
fuimos avanzando por el bosque inexistente,
encontramos un banco en medio de las rosas,
nos sentamos, nos abrazamos…. y eras tan hermosa,
tan delicada,
entonces llego el momento, me besaste suavemente en
los labios,
y un sabor dulce me inundo…
Pedro L. Villalonga y Cardona
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