viernes, 10 de mayo de 2013

NAVEGAR EN EL PRESENTE

Es curioso analizar el propio comportamiento, siempre he sido muy reflexivo, ahora con la paz que me ofrece el mar, donde vivo, todavía sopeso mejor cada decisión, la diferencia es que actualmente nada es un reto, sino la cotidianeidad bien entendida, aun así tengo mis momentos de flaqueza y proyecto mis frustraciones del mismo modo en que lo hacia en el pasado reciente, suelo decir:  que fácil era todo cuando vivía en tierra firme, solucionar los problemas que la vida me generaba, así lo recuerdo ahora y quizás no era tan sencillo, no puedo aseverar…

Cuando puse mi pié desnudo sobre mi barco por primera vez, decidí que concentraría todos mis esfuerzos al presente, al ahora únicamente, pero tal y como escribí ayer, eso no es totalmente posible, siempre quedan y supongo quedarán recuerdos, los bonitos generalmente mis “plataformas de apoyo”.

Lo mejor de mi ahora es que los problemas en plural han desaparecido, aquí todo se sintetiza, en ocasiones la única sensación es la de la supervivencia, cuando el mar y el viento se ponen de acuerdo hay que utilizar todos los recursos que me brinda el barco en conjunción con mi mente y saber aprovechar las deficiencias de mis contrincantes, que no mis enemigos ya que estoy en el mar porque quiero y deseo…

Viajo con un libro, si, de un autor y navegante de mi tierra, aprendí mucho con él, escribo a continuación un pequeño párrafo de cara a que toméis conciencia de la persona de la que hablo:

 «Por momentos, el tiempo pierde su dimensión, se prolonga indefinidamente aletargando los sentidos. Es la magia del mar, algo intangible que llena el espíritu; y en su inmensa soledad nace un contrasentido, nunca estás solo, cada movimiento de su superficie, cada cambio de color parece hablarte, darte paz y humildad…esto es navegar…y vale la pena descubrirlo».

Pedro L. Villalonga y Cardona

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