Quien no sabe envolverse en una
palabra tierna volviéndolo todo delicadeza, haciendo suya cada frase, concebir
ese sentimiento…
Quien no vuela en medio de un
sueño cuando los susurros abren la ventanita de su alma.
Yo, aprendiz de poeta, mitad
soñador, sin esperar la respuesta dejo una huella
en cada renglón mío... tan mío
que en partes delicadas incluso sonrío.
¿Quien no quiere un ratito suyo, recogiendo
traído por el viento una hoja para enmarcar el renglón escogido?
Y es que yo duermo en un cuarto
vacío y lo lleno de nubes, risas y abrazos y pedazos de cielo míos… míos porque
aun no tengo memoria y los recopilo, como las hojas que caen de los árboles en
otoño.
Pedro L. Villalonga y Cardona
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