“Contra toda
opinión, no son los pintores sino los espectadores quienes hacen los cuadros”.
Marcel
Duchamp
Y es que… Cuando crees que todas las obras de tu vida están
expuestas en tu particular galería de arte, empiezas a contemplarlas, quieres
enlazarlas, combinarlas a modo de escalera infinita. Simplemente porque crees
que tu vida ha sido siempre una ascensión y deseas demostrar tu propia madurez,
piensas que lo artístico ha de coincidir con lo cotidiano, lo vital. Entonces
te das cuenta de que no es así y buscas soluciones.
¿Será la luz? Ese resplandor que si proviene de la parte
posterior y que menoscaba la belleza de la obra ¿Reubico bocetos? ¿Lo intento?
Si, no puedo permitir detenerme ahora… y lo hago.
De nuevo, observo el que se presume el flamante y
original acondicionamiento, sigue sin complacerme… de repente alguien entra por
la puerta de mi pretendida exhibición y me indica de la existencia de un
espacio vacío, no había deparado en ello. Entonces llega a mi mente esa obra,
la que olvidé… ¡miento! la dejé en casa intencionadamente, no contaba con ella,
me dolía, me conduce directamente a un dolor profundo. Vuelvo a cuestionarme,
pero ahora no es el arte el motivo de mi segura indeterminación, es la vida, mi
vida, no ha sido siempre elevarse, remontar. En realidad lo que debo averiguar
es si la sensatez esencial vive en mí…
Pedro L. Villalonga y Cardona
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