jueves, 11 de junio de 2015

EN EL DESCANSO DE LA ÓPERA


"Algunas personas enfocan su vida de modo que viven con entremeses y guarniciones. El plato principal nunca lo conocen".
 
José Ortega Y Gasset                           


  
El director ha ejecutado el gesto final. En el ambiente quedan todavía como en suspensión las últimas notas. Una fracción de segundo las separa de los primeros aplausos. Se encienden las luces. El director ha secado levemente el sudor de su frente haciendo uso de un pañuelo antes de darse la vuelta para saludar… Mira a los espectadores de la platea en primer lugar y con un leve gesto de su cabeza, saluda. Observa después los palcos a diferentes alturas a izquierda y derecha y repite el movimiento.
Hace que toda la orquesta se ponga en pie para que los músicos compartan con él los cálidos aplausos junto a las grandes muestras de satisfacción. Entonces da la mano a la violín solista, Lily  y el público enloquece, ha estado fascinante…
Sorteando músicos sonrientes, el director se esconde detrás de las cortinas de terciopelo. Si todo ha salido bien saldrá a saludar dos o tres veces más, y al final cuando los aplausos vayan languideciendo, los músicos abandonaran el escenario, habrá llegado el descanso
 
En realidad, este es el momento que muchos esperaban. Ella con mantilla de seda en la mano sonríe al melómano adyacente y con semblante serio manifiesta: ¡Maravilloso! No confesará que para su gusto esta sinfonía es demasiado larga, además de algo insípida. Ha estado a punto de no venir, pero un pajarito le ha dicho que sus vecinos de la urbanización donde residen en verano iban a asistir, y claro, ella no va a ser menos, vaya a ser que piensen que…
 
Ha ido a la peluquería, a hacerse las uñas, la cera y una limpieza de cutis, que se me olvidaba. No contenta con todo ello ha obligado a su marido a “participar del evento”. El habría preferido quedarse en casa viendo el partido de fútbol ¡hoy juega el Barça! Pero ya se sabe “donde hay patrón no manda marinero”. En objetividad os diré que el aborrece la ópera y si,  ahora tiene que volver a afeitarse, ponerse la camisa nueva junto a la corbata de seda ¡siiiiiiiiiii! ¿No te acuerdas? Esa que tanto te gusto para reyes… Para aliviar su ánimo nuestro amigo piensa: siempre encontraré a alguien a quien saludar, con quien conversar…
 
Como os decía, estamos en el descanso y la señora y el señor están en el bar del teatro tomando unas copas de cava y sonríen y saludan y sonríen y saludan y sonríen….  Entonces llegan los vecinos, si, los de antes, los de la urbanización y ella con una enorme pamela de hilo de sisal tejido (repe, la había llevado en la boda de su sobrina jajaja, te he delatado) en la cabeza dice: ¡ayyyyy! Este Mozárt, si, con este acento… es maravilloso, sublime y es que desde que vi la película Amadeus es uno de mis músicos favoritos. El aprovecha un momento para preguntarle al camarero por el resultado del partido de fútbol… la cosa va bien “vamos ganando”.
 
Y la gente habla y pasea, se miran los unos a los otros y se besan…. Besos, besos, besos muchos besos! Se los ve radiantes, felices… es un autentico desfile de vestidos, peinados, joyas y como no, un muestrario de corbatas… ¿os lo había dicho? la de él es de seda (os lo había dicho pero ya lo tengo escrito).
 
Las dos señoras, las vecinas del verano conversan alegremente, ¿has visto a Yolanda? Pero qué poca gracia al vestir, que poco gusto… ¡es que no puedo ni mirarla! Y en verdad os diré que casi todas las conversaciones rondan un estilo similar.
Señoras y señores; se oye en los altavoces, les rogamos vuelvan a sus asientos,  en breve la obra va a continuar…
Uffff!!! Dicen las señoras al unísono ahora a aguantar otra hora y media… Los señores no dicen nada, no querían venir… En fin. FIN     
   
Pedro L. Villalonga y Cardona


 

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