Y es que en ocasiones nuestros
miedos quiméricos condicionan y presuponen rechazos ajenos:
“Esas palabras que no debieron
pronunciarse y resultaron fascinantes, esa pregunta que jamás debió realizarse,
y fue un manifiesto de afectividad…”
y es que todo tiene una razón en la
vida, aunque sea la sin razón, que para mi es esa coherencia forzada, citada en
el primer párrafo.
Otra posibilidad que barajo es
el espacio absorbido por mí, en forma de
ciclo vital y es que yo deseo seguir sintiendo, quiero emocionarme, quiero
notar ese cosquilleo al ver a alguien pintando un cuadro, esa que quizás es la
obra de su vida, o no, eso no importa ahora, lo que deseo fervientemente es
ampliar, acrecentar, amplificar y sobre todo profundizar en mi propia
existencia, agregando componentes positivos siempre, siempre…
Pedro L. Villalonga y Cardona
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