Hoy me he encontrado con un viejo compañero de batallas, un buen hombre ya jubilado a día de hoy, para los que no lo sabéis, yo me dedico a la gestión de redes de distribución de agua potable (vamos como un Homer Simpson, pero en el liquido elemento), el era y creo que todavía genera sus estimaciones como un trabajador de la España profunda, un tipo honrado, de fiar, un hombre habituado a las carencias y dificultades de la vida, a la dureza del pico y pala, un emigrante que como tantos vinieron de Andalucía en busca de una vida mejor, cuando yo le conocí hace más de veinte años ya se dedicaba a hacer zanjas, trabajo que no dejo de hacer en toda su etapa laboral, recuerdo aquellos tiempos cuando empezó a utilizar un compresor neumático , ¡que bien¡ dijo entonces, ahora nuestra labor será menos fatigosa, llego a hacer trabajos casi quirúrgicos con su martillo, con el paso del tiempo se dio cuenta de que el trabajo era más agotador que antes, puesto que con la nueva maquinaria se le exigía mas rendimiento, su espalda se resentía y su oído perdía facultades, pero él siguió, tenaz y a su vez sereno, hasta el día en que se jubiló.
Esta mañana al encontrarnos estaba observando a unos operarios trabajando en una ocupación idéntica a la suya, su mirada era nostálgica, ha intentado dar un consejo al más joven, el cual le ha rehusado, he podido distinguir una pequeña lagrima furtiva deslizándose por su rostro, acto seguido le he casi susurrado al oído, amigo mío no te lo tomes como algo personal, es el mundo, no es nada más que eso, creo que algo lo he aliviado…, en el fondo se que le he dicho la verdad, ¡pero qué cruel verdad!
Pedro L. Villalonga y Cardona
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