La vida o existencia humana, es como el mar a veces magnánima, benévola, incluso complaciente en ocasiones, como con los días de una suave brisa que alienta levemente las olas del mar que su vez masajean con su ínfima subsistencia las partículas disgregadas de arena, en cambio en otras es malvada, tramposa o aviesa. Esta realidad casual, creo merece una consideración con un punto de prudencia ¿dónde está el nexo que simula una verdad circunstancial que nos hace poseedores del conocimiento suficiente para afirmar que nosotros, la raza humana tiene algo que ver con la parte siniestra o complaciente? No hay respuesta, o las hay hasta el desbordamiento…
Pedro L. Villalonga y Cardona
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