martes, 12 de febrero de 2013

LA DAMA PERFECTA

Observando con prudencia el desarrollado de aquellos episodios acontecidos entre nosotros tiempo atrás y después de mucho meditar, he llegado a la conclusión de que todo lo reprobable que sucedió entre ambos fue mi mayor desacierto...
Yo te conocí, espontánea, natural, sin malicias y algo en mi afectividad se agitó. Luego y como segundo paso estime oportuno perfeccionar a alguien que ya era perfecto y eso es imposible, quise en cierto modo que fueras quien yo quería, desee alterar la excelencia,  anhelaba pulir esos pequeños detalles cegado en cierta manera por mi movimiento interior inicial.
Reconozco mi error, si, acato con sumisión mis faltas, por eso te perdí…  

Quiero que sepas que te amé muchísimo,
Pedro L. Villalonga y Cardona

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