“Llamo rumiantes a los hombres que se
pasan rumiando la miseria humana, preocupados de no caer en tal o cual abismo”.
Miguel de Unamuno
Vivimos en elemental colectividad, nos intuimos por
simple semejanza
no nos pensamos, nos equiparamos, no nos interpretamos,
nos ojeamos,
no nos cultivamos, solamente estudiamos, no descubrimos, no
investigamos,
otros lo han hecho ya por nosotros y en este decadente
lugar deambulamos.
Si la libertad es lo que nos define, la opinión es quien
debe unirnos,
la discrepancia acercarnos, ya que disentir no es
rivalizar, es enriquecer…
opinar es perfeccionarse, y conversar, remontar juntos. Aproximar
es un contraste, verificación de una enorme y solida capacidad vital.
Cuando alguien fue entrañable, tierno y afable, este
suele ser su epitafio:
Cuando en apariencia no queda nada, en realidad todo
permanece, en nosotros reside una definitiva e incondicional belleza, nuestros
recuerdos… el vínculo que se estableció en su momento nunca prescribe, es la
vida simplemente, un pacto establecido con anticipación.
Es triste, pero preferimos dejarlo por escrito, para que
sea visto y si lo anunciamos sobre maderas nobles y en letras doradas, mejor
todavía, ¡cuánto se querían! dirá la gente ¡cuánto se amaban! Pensarán…
¡Pero la realidad es que ellos no lo sabían!
Pedro L. Villalonga y Cardona