Los humanos hemos aprendido a
valorar en demasía las apariencias, una imagen vale más que mil palabras…así nos
ilustran, tanto en lo pernicioso, como en lo favorable existe un código
preestablecido, una especie de “pose” de lo que a modo de semblante o aspecto
se corresponde con una percepción inequívoca y/o exacta que define a una
persona o a un grupo de ellas y en realidad esto es falso en la mayoría de
ocasiones, simplemente porque una imagen es solo eso, algo que vemos, miramos,
observamos, pero que en realidad, muchas veces no conocemos…
Muchas gracias.
Es ciertamente una verdad
adulterada, juzgamos lo que creemos ver, el objeto y sus complementos, ante tal
combinación, sentenciamos, utilizamos el veredicto fácil sin mirar a los ojos,
los ojos del alma, tampoco recordamos las palabras ya escuchadas, las
intercambiadas por escrito, las de viva voz, las pensadas…
Porque os cuento todo esto, es algo muy
simple… hace poco, yo juzgué y sentencié a alguien, me equivoque con la
imagen…y lo hice con una persona hermosa en todos los sentidos, casi la perdí…
no tuve en cuenta los momentos bonitos que me había regalado ya, todas esas palabras compartidas…
…Simplemente deseaba explicarlo, debía
hacerlo, he de ser capaz de ubicar “mis zonas erróneas”, como forma de
crecimiento personal.
Muchas gracias.
Pedro L. Villalonga y Cardona