Todos nacemos en una cabecera, en el curso alto del río, tal y como se llama técnicamente, existen posibilidades reales de ir a parar a las primeras cascadas o cataratas sin experiencia alguna, mala suerte, no ha habido posibilidad ninguna, se acabo la existencia.
Lo que podría haber sido y nunca será.
Si la bienandanza nos acompaña tomaremos una dirección preestablecida, casi siempre sin demasiados reveses, esta parte del camino es dulce, sin apenas contratiempos, navegamos en aguas plácidas, a medida que vamos avanzando nos vamos encontrando con encurvamientos y meandros que lentamente apartan la serenidad habitual hasta el momento, empezamos a notar como el agua ya nos salpica en el rostro, hace que mantengamos los ojos cerrados por unos segundos o milésimas de ellos, ¡cuidado! Ese tiempo puede ser crucial, puede llevarnos al fin de nuestra ruta.
Lo que podría haber sido y nunca será.
Los que seguimos adelante, lo hacemos ya con ciertos conocimientos del medio en que nos hallamos y de repente nos encontramos con un embalse, si, un lugar seguro, nuestra vida será allí cómoda y con pocos contratiempos en principio, pero… un día llegará una gran tormenta, el cauce se desbordará, saldremos despedidos del pretérito placido lugar.
Lo que podría haber sido y nunca será.
Los que habíamos seguido adelante, nos encontramos con afluentes, los habíamos visto anteriormente pero realmente les prestábamos poca atención, el río ya nos creaba suficientes problemas, ahora ya tenemos a nuestra disposición cierta destreza, aun somos muchos pero llegados a este lugar hemos de tomar decisiones, si, de las más importantes que vamos a acoger en este fluvial medio, aquí dejaremos afecto compartido, afinidad para con los demás, ciertos sentidos en desarrollo, ¿quizás amor?
Lo que podría haber sido y nunca será.
Nos encontramos en la parte final del curso medio del río, pronto entraremos en el curso bajo, aquí el tiempo se detiene, llegados a este punto y con todas las decisiones anteriores establecidas sabemos que somos supervivientes, pero a cada uno de nosotros la senda recorrida nos ha hecho mella de forma diferente, en este preciso y precioso espacio en el tiempo nos cuestionaremos muchas actuaciones anteriores, ya no hay marcha atrás, hay que seguir adelante…, me había olvidado ¿o no?, existen confluencias comunes, tal vez podamos retomar estadios anteriores, el tiempo habrá pasado, pero no su esencia , confiemos en que eso ocurra, no perdamos la esperanza…
Lo que tenga que ser, será.
Hemos llegado a la desembocadura, esta tiene un delta, sea como fuere siempre llegaremos al mar, a un mar que es nuestro final, no olvidemos empero, que en el delta todavía tenemos capacidad de decisión.
HABRÁ SIDO LO QUE HABRÁ SIDO, PERO HEMOS TENIDO OPORTUNIDADES REALES EN LA MAYORÍA DE LOS CASOS, SIMPLEMENTE SEAMOS CONSECUENTES CON NUESTRAS DECISIONES.
Pedro L. Villalonga y Cardona
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