“Hay ciertas cosas que
para hacerlas bien no basta haberlas aprendido”.
Lucio Anneo
Séneca
En aquellos tiempos, dábamos por sentado
que siempre podríamos conversar. Te hablo de aquel lugar donde antes me
ofrecías tu sonrisa, tus caricias de seda… eran momentos brujos con argumentos
inefables. En realidad simbolizábamos en apariencia el haber pasado página a la
insoportable levedad del ser. Pienso que con el paso del tiempo ambos nos dimos
cuenta de ciertas autenticidades cuestionables. Vivíamos en una parábola,
abotonados a ella, encorsetados al lado insalubre de la existencia… en ese
instante llevamos a cabo nuestra mejor declaración de intenciones. Dejamos
florecer espacios entre usufructos comunes. Entonces, al alba pude sustituir
los momentos huecos, las brisas heladas y los atardeceres que dejaron de ser
solitarios. No negaré que cierta bruma trató de espolear ciertas
reminiscencias. Pero llego el anhelado olvido, entonces todo fue distinto, dejé
de odiar mi indiferencia, me recordé fiel y pletórico, rememoré mi inocencia…
De hecho simplemente buscaba un espacio donde verter unas palabras pactadas…
Pedro L. Villalonga y Cardona